Desde mediados de siglo surgió una tendencia que puso énfasis en la realidad, la descripción del mundo circundante, especialmente de obreros y campesinos en el nuevo marco de la era industrial, con un cierto componente de denuncia social, ligado a movimientos políticos como el socialismo utópico y filosóficos como el positivismo. Ya en sus primeras obras, Dante y Virgilio en los infiernos (1822), La matanza de Quíos (1824) y La muerte de Sardanápalo (1827), demostró su originalidad y riqueza inventiva, junto a un estilo apasionado y colorista que le caracterizaría.
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