Si bien siguió anclado en la impresión óptica como método de creación de sus obras, cobró un creciente protagonismo la expresividad, culminando en El Cristo rojo (1922), escena religiosa de notable angustia cercana a las visiones de Nolde. Otro referente fue Lovis Corinth: formado en el impresionismo -del que fue una de las principales figuras en Alemania junto a Max Liebermann y Max Slevogt-, derivó en su madurez hacia el expresionismo con una serie de obras de introspección psicológica, con una temática centrada en lo erótico y macabro.
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